Ahora que ya deshicimos maletas, volvimos a nuestro día a día y los buenos recuerdos forman parte de nosotros, os vamos a contar cómo nos fue por allí:
Quedamos después de comer para coger el tren y poner rumbo a Zaragoza. Una vez allí, poco a poco empezamos a conocer a nuestros compañeros de aventuras.
El vuelo hasta la isla fue tranquilo y la llegada al hotel muy esperada pues ya mostrábamos un poco de cansancio.
Nuestro primer día en la isla nos sirvió para organizar las excursiones y disfrutar del sol que poco iba a durar. Optamos por pasar ratos en la piscina, en la playa y paseos por el pueblo.
La primera visita constó de dos partes. Nos dividimos en dos grupos, uno pasó el día en Palma mientras otro fue a Valldemossa en donde se visitó la Cartuja y disfrutamos de un concierto de piano. Tras la visita, volvimos a Palma para conocer la catedral y disfrutar del encanto de sus calles.
Otra de las visitas que no podía faltar era las Cuevas del Drach que terminó con un concierto de cuerdas interpretado sobre las barcas que luego nos llevarían a la salida.
El sol apareció de nuevo, por lo que la visita a Portocristo dio la oportunidad de pasear por sus playas e incluso a darse algún baño.
La última de las excursiones que se llevó a cabo fue el paseo en barco hasta el cabo de Formentor y una vez allí poder pasear por la suave arena de sus playas.
Dejamos a un lado las visitas para contar que las noches en el hotel estuvieron llenas de risas. Nos arrancamos a cantar en el karaoke, bailar a ritmos actuales y no tanto recordando aquello de… Ehhh Macarena!! Animamos a aquellos huéspedes un poco tímidos a lanzarse a la pista de baile y en alguna ocasión también continuamos fuera del hotel con nuestros bailes.
El viaje de vuelta estuvo marcado por prisas en las últimas compras de las típicas ensaimadas, intercambio de teléfonos y proyectos de realizar alguna convivencia o excursión todos juntos.